¡Hola!
Soy Natalia, nací en Colombia y recien cumplidos mis dieciocho años llegué a tierras germanas llena de espectativas y sin tener claros todos los desafíos a los que me iba a enfrentar.
En ese entonces, cuando emigré, no sabía que estaba emigrando. Nadie me dijo que iba a experimentar pérdidas, choques culturales, o que iba a pasar por un duelo migratorio al que en ese momento no conocía por su nombre. Emigré en un tiempo en que la comunicación y la tecnología no estaban tan avanzadas como ahora.
Emigrar me enseñó que la forma de vivir que hasta ese momento conocía, era solamente una entre muchas, y que conocer las diferencias culturales nos enseña y enriquece durante toda la vida. Aprendí a valorar esa temida soledad que no puede esquivar quien deja su país; esa soledad me enseñó con el silencio a escuchar mi alma, valorar mi intuición, mis pensamientos, mis emociones, y a tocar fondo en mi interior.
Vivir en otro país me mostró en qué soy vulnerable, pero también aclaró mis fortalezas para sobreponerme a los obstáculos. Hoy valoro los buenos y malos momentos que han sido parte de mi crecimiento personal, y agradezco todas las experiencias vividas que me llevaron a ser la persona que soy.
Con el paso del tiempo comprendí que todo esto era un proceso de transformación que me haría ver con más claridad mi camino, llevándome a hacer un viaje hacia mi interior.